Biblioteca Rey HerediaCentro Social Rey Heredia

Presentación del libro «Supongamos que esto no pasó» del Taller de Creación Literaria Plaza de la Juventud. 10 de marzo, a las 19:00h.


Fecha: jueves, 10 marzo 2022 19:00h.
Lugar de encuentro: Centro Social Rey Heredia


Presentan el Acto:

Diego Marín Galisteo – Profesor del Taller de Creación Literaria Plaza de la Juventud de Córdoba.

Antonio Olmedo Serrano – Miembro del Taller

María José Lucena Flores – Miembro del Taller

Os esperamos

Supongamos que esto no pasó es el nuevo libro del Taller de creación literaria Plaza de la Juventud. Este libro incluye los trabajos de trece de sus miembros y cuenta con una portada diseñada por la ilustradora Victoria Flores Quiles.

En su canción Que se llama soledad, Joaquín Sabina dice: “Algunas veces vivo y otras veces la vida se me va con lo que escribo”. Vida y escritura enfrentadas a través de lo que hacemos como personas y de lo que contamos utilizando seres de ficción. Así ocurre a veces en el Taller de creación literaria Plaza de la Juventud, un taller que lleva funcionando dos décadas y que ha visto desfilar ante sí diferentes tragedias mundiales: la caída de las Torres Gemelas, tsunamis y terremotos devastadores, crisis económica en 2008, etc. En veinte años la lista es considerable. Y en esa lista está también la actual pandemia, ocupando durante muchos meses, desafortunadamente, un papel demasiado protagonista.

Pues bien, no es este un libro en el que la pandemia ocupe ese lugar protagonista. Sería más correcto decir que la actitud vital y creativa de sus autores y autoras ha sido la de enfrentar un hecho como ese haciendo lo que venían haciendo antes de que llegara: escribir. Escribir cuando la vida desaparecía sin control. Esa actitud queda reflejada tanto en el título como en la maravillosa portada de Victoria Flores Quiles (basta un pequeño detalle para modificar o condicionar la triste realidad). Un libro que contiene historias escritas durante la pandemia. La manera en la que algo así haya afectado a sus páginas, a su estructura, a los personajes que aparecen aquí, y más aún, al modo de enfrentar todo ello, habrá de buscarse en una lectura más profunda y pausada. Condiciones, estas últimas, que son inherentes al género microrrelato, que es el que lo ocupa. Supongamos que esto no pasó no implica negar la realidad. Supongamos que esto no pasó es una actitud de lucha, es seguir hacia delante. Y lo ha hecho un grupo de escritores y escritoras, cada uno con seis historias de temática muy diferente, pero escritas desde esa misma posición de combate que es la ficción narrativa.

Me gustaría dejar constancia de algo que he aprendido de Plaza de la Juventud durante estos meses extraños (y desde mucho antes, para ser honesto) en lo que nos hemos reunido presencialmente, a veces, y en otras ocasiones a través de grabaciones encontradas durante los días más jodidos del confinamiento. Me he dado cuenta de que al escribir no solo ocupamos sitios nuevos. Ocupamos también lugares olvidados a los que nos acercamos con una mirada renovadora. Que la voluntad de escribir y contar es superior a cualquier tragedia, aunque duela en ocasiones. Y en este aprendizaje, la amplitud de miras que cada semana recibo en el taller hace que la vida (y vuelvo a Sabina) se complete con lo que escriben.

Quise escribir un texto de presentación para el libro. Pudo haber sido algo parecido a lo anterior, pero finalmente decidí caminar por el mismo sitio que el resto.

SUPONGAMOS EL FINAL

Una vez más fantaseo con las vidas que perdí. Me siento en el sillón y retrocedo al momento exacto en el que todo cambió. Irme a vivir a otra ciudad cuando era niño frenó mi ascensión como ciclista. Decantarme a última hora por aquella carrera universitaria sentenció mis sueños como profesor de literatura. Casarme… De eso mejor no hablar ahora. Vivo durante un rato la adrenalina del pelotón y durante otro el reconocimiento como experto en cuentos rusos. Existencias que no se concretaron y que solo tienen hueco en mi frustración. Y justo cuando creo que estoy allí, cuando mi vida empieza a cobrar sentido en una de esas ficciones, ella vuelve con las maletas y me dice que sí.

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